La noche había pasado fugaz adormecida entre las sabanas y los nervios templados por la añoranza. La mañana se presentaba sin tapujos con ese sol vespertino que se respira y se siente dentro, renovando los malos pensamientos, y dejando paso solo a lo que importa. Nos reuníamos temprano, a las 7:30 en esa parada de metro que forma parte de incuestionable de nuestras vidas. La ilusión era patente en nuestros gestos, hoy podíamos cumplir un proyecto que habíamos meditado y construido entre todos. Leer mas...