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RELATO |
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Murciana 550 m - ED inf Por Ernesto y Juanjo
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Después de haberle tomado la medida al Naranjo por la norte y este, decidimos que llegó la hora de hacer la oeste y escogimos la murciana. Desde la primera vez que vimos el Naranjo soñábamos con hacernos la oeste, para nosotros era una pared extraordinaria y gigantesca y para darle un poco más de ambiente la hicimos en invierno. Ya que las anteriores veces subimos desde Sotres, pensamos en conocer un nuevo itinerario al Picu, entrando por Fuente De. Con un pronóstico del tiempo no muy halagüeño, pero en esas fechas hay que arriesgar más para salir de viaje. Cogemos el teleférico con el cielo cubierto y después de un rato de subida llegamos a Horcados Rojos, todo lo demás era bajada, y eso se agradece sobre todo cuando se lleva una mochila con el material de invierno y el de roca. La bajada de Horcados estaba algo delicada, era una pala de hielo, el cable estaba casi en su totalidad enterrado en el hielo. Una vez abajo, la niebla se nos echó encima, todo era blanco, no se distinguía la nieve de la niebla y tuvimos que llegar al refugio a tientas, por esas fechas no hay aglomeraciones, todo lo contrario. Éramos unas seis personas, entre ellas estaba Silvia Vidal y Pep Masip, dos grandes conocidos del mundo de la escalada, enseguida nos dispusimos a conocerlos e interesarnos por lo que estaban haciendo. Nos comentaron que estaba abriendo una vía por el desplome de la Bermeja (Tramontana) y habían tenido muy mal tiempo y se tuvieron que bajar de la hamaca a causa del gran viento aparte de nieve, frío, hielo, etc. Pero más molesto era el viento, tuvieron que amarrarla por varios sitios porque si no el viento la destrozaba con ellos dentro, y eso durante varios días, debe castigar bastante. Cuando nosotros llegamos tenían la hamaca a punto de salir del desplome, y parece que con nosotros llegó el buen tiempo, esa tarde el viento disminuyó y el cielo se despejó, sólo le hubiera faltado un pequeño incremento de las temperaturas, aunque nosotros nos conformábamos así, ya era suficiente para hacer lo que queríamos. Nos levantamos temprano a la mañana siguiente, llegamos a pié de vía antes de amanecer y empezamos con el alba con un tiempo excelente. Rápidamente nos concentramos en la escalada sin dejar de notar ese cosquilleo característico en el estómago, de cuando afrontas una gran escalada en la que llevas mucho tiempo soñando. El paisaje era extraordinario, un día esplendido con un mar de nubes hacia el cantábrico y todas las montañas nevadas. La escalada, comenzaba a ser el baile que ya tanto conocíamos, una danza de cuerdas, seguros, cintas, reuniones. Subimos la Lastra Ifach sin dificultades y nos enfrentamos a los artificiales, los que nos llevaron demasiado tiempo por no practicarlos más a menudo. Pero hasta que no hicimos la mitad de la pared, no fuimos conscientes de que tendríamos que hacer algún largo de noche, y así fue, los últimos los hicimos en plena oscuridad, aunque íbamos preparados para ello con frontales y con entrenamiento previo en la escalada nocturna. Pero estas dificultades y otras muchas que salieran, serían superadas sin mucha dificultad, dado las grandes ganas que teníamos de escalar y más esa vía. Llegamos a la cima sobre las 02:00 h, reventados por el cansancio y a la vez inmensamente contentos y satisfechos, era como estar en una película en la nosotros éramos los protagonistas, directores y el único público Como ya conocíamos el naranjo con hielo y nieve, pensamos en bajar reapelando por la misma vía para evitarnos subir crampones, botas y piolets. No tardamos mucho en empezar a bajar, la temperatura empezaba a sentirse más de lo normal debido al agotamiento. Ni que decir tiene que nos hartamos de hacer rápeles y de noche, aunque eso terminó de darle el final de ficción a la película en la que nos encontramos inmersos. Tocamos el suelo a la misma hora en que habíamos empezado el día anterior, al alba. Fueron 24 h de escalada llenas de sensaciones, sucesos, emociones y vivencias, difíciles de expresar aquí en pocas palabras .Y aunque, se pudiese pensar que las pasamos canutas, nada más alejado de la realidad, nosotros lo vivimos como una emocionante y hermosa aventura, y así se nos quedó grabado.
Por último me queda recomendaros visitar el Naranjo de bulnes, por el paraje extraordinario donde se encuentra, actividades de todo tipo, de invierno(corredores, hielo, ski, travesía) y verano(trekin, escalada, ferrata, descenso) , vías para todos los grados, eso sí hay que informarse bien y escoger la adecuada.
Sólo una única petición, cuando subáis a disfrutar del monte, conservarlo como si de vuestro hogar se tratara, porque realmente forma parte de él. Juanjo.
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Naranjo de Bulnes Cara Oeste | Fotos
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